miércoles, 2 de enero de 2008

TRANSFORMANDO ILUSIONES EN REALIDADES por Amalia Belenguer

En estos días especiales en los que acostumbramos a enviar y recibir mensajes repletos de buenas pretensiones detengo mi atención en el repetido interés por desear proyectos interesantes e ilusionantes para el año venidero.

Tengo la sensación de que depositamos demasiadas esperanzas en el ejercicio entrante olvidando que la construcción de proyectos está vinculada a nuestra capacidad para generarlos.

Podemos afrontar el nuevo año como una gran oportunidad para volver a empezar y hacer realidad nuestras ilusiones y nuestros anhelos; recuerdo aquella cita, “que no falte nunca la ilusión en nuestra vida o lo habremos perdido todo”; pero con los píes en el suelo y siendo conscientes de que aunque anticipar el futuro deja las puertas muy abiertas a la imaginación, los resultados dependerán de cómo aprovechemos las oportunidades que se nos brindan, y principalmente de las circunstancias que nosotros mismos generemos.

Es, en este sentido, donde mi reflexión quiere incidir. No debemos conformarnos con la concepción de ilusiones en nuestra imaginación, relegadas a sueños y fantasías no realizables que, a la larga, desarrollan frustración y decepciones. Se trata de concretar una idea “ilusionante” en un proyecto alcanzable a través del empeño, el compromiso y el trabajo constante.

Sólo así, seremos capaces de transformar nuestras ilusiones en realidades.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, los propósitos o intenciones de año nuevo son un esfuerzo, en muchos casos, por borrar o cambiar esa parte de nosotros que no nos gusta o y que quisiéramos mejorar - cambiar (dejar de fumar, adelgazar, aprender inglés, estar más cerca de mis seres queridos, etc.), pero igual que en muchos años precedentes, a la primera ocasión sucumbimos en los hábitos y comportamientos anteriores, olvidando o abandonando rápidamente estos ilusionantes proyectos.

Pensamos, da igual y, nos justificamos pensando que no se puede cambiar y que más adelante ya veremos, vendrán mejores ocasiones o en otras circunstancias. Supongo que no estamos preparados para reconocer y superar las recaídas, por eso abandonamos. También por que no es igual tener o generar un deseo que marcarse un objetivo y trabajar para alcanzarlo, esto cuesta más y claro…., ya veremos más adelante.


El peligro es que estos proyectos pueden ser un empujón o un duro golpe para la autoestima, como bien dices, sólo la forma en que “construyamos estos proyectos” determinarán el éxito o fracaso de los mismos, no basta con desearlos: es necesario un cambio de actitud y de pensamiento.

Por último, pienso que no es necesario esperar un cambio de año para tomar algunas decisiones, la capacidad para llevar a cabo nuestros proyectos (ilusiones o deseos) está dentro de nosotros y depende exclusivamente de nosotros (recuerdo el libro La Buena Suerte de Álex Rovira y Fernando Trias de Bes, que me regaló una buena amiga, decía algo así como…muchos son los que desean la buena suerte, pero pocos los que deciden ir a por ella…. O….nada quedará en manos del azar, todo a partir de ahora, está en tus manos…..)

Es estimulante poder leer tus comentarios, mis mejores deseos para el nuevo año.

Enrique Belenguer JR dijo...

Nos sirve de escusa el cambio del año para establecer buenos propósitos que olvidaremos en Febrero. ¿Realmente deseamos esos nuevos propósitos? Habrá que ver cuánto deseamos que se cumplan nuestras ilusiones y cuánto estamos dispuestos a sacrificar.